MADRID.- Los españoles castigaron en las urnas al gobernante Partido Popular (PP) de Mariano Rajoy, tras cuatro años marcados por una crisis económica y política de austeridad, y entregaron las llaves de la gobernabilidad a los partidos emergentes surgidos al calor del descontento ciudadano. El PP ganó las elecciones municipales y regionales, pero sufrió un descalabro sin precedentes en las dos últimas décadas. Alejado de las mayorías absolutas con las que gobernó hasta ahora en cientos de municipios y en sus feudos regionales, una coalición de partidos de izquierda podría impedirle inaugurar nuevos mandatos.
“No me voy a refugiar en el hecho de haber sido el partido más votado. Aspiramos a mucho más”, sostuvo el jefe del Gobierno, Mariano Rajoy, con la vista puesta en los comicios generales de final de año, para los que sigue postulándose como candidato a pesar de los malos resultados del domingo. La formación conservadora, que obtuvo el 27 % de los votos frente al 25 % del Partido Socialista (PSOE), ganó en nueve de las 13 regiones que celebraron elecciones, pero no consiguió en ninguna de ellas la mayoría absoluta. Ni siquiera en los tradicionales bastiones de Madrid, Comunidad Valenciana o Castilla y León, donde el PP ha gobernando ininterrumpidamente durante más de 20 años.
En este escenario fragmentado, que apunta al fin del bipartidismo, el foco está puesto en los posibles pactos para garantizar la estabilidad, en los que serán clave los dos partidos emergentes: el de izquierdas Podemos, surgido hace poco más de un año al calor del movimiento de los indignados, y el centrista Ciudadanos. Los líderes de las principales fuerzas políticas esbozaron las líneas para llegar a futuros acuerdos, de los que podrían salir coaliciones inéditas y los teléfonos empezaron a sonar.
La llamada del líder del Partido Socialista (PSOE), Pedro Sánchez, irá dirigida al secretario general de Podemos, el politólogo Pablo Iglesias, y al de Ciudadanos, el catalán Albert Rivera, con la intención de liderar el “cambio progresista hacia la izquierda que quiere la sociedad española”, según dijo tras conocer los resultados electorales.
Pero los partidos emergentes, que han capitalizado el descrédito de los ciudadanos respecto a los partidos tradicionales y que han desplazado a otros como Izquierda Unida (IU), hasta ahora tercera fuerza o el centrista UPyD, ponen condiciones y despliegan sus líneas rojas. “Quien se quiera entender con nosotros tendrán que dar un giro de 180 grados”, dijo Iglesias, cuya formación ya impuso en Andalucía duras condiciones al PSOE para apoyar la investidura de su candidata, Susana Díaz, tras las elecciones del 22 de marzo, que aún sigue bloqueada. El líder de Ciudadanos, que como tercera fuerza municipal podría facilitar la gobernabilidad del PP en ayuntamientos y regiones, recordó que no formará parte de Ejecutivos que no pueda encabezar. Y exigió el cumplimiento de un decálogo anticorrupción que incluye primarias en los partidos para elegir sus candidatos, condición que el PP no cumple.
Los triunfadores fueron Podemos y sus candidaturas municipales, integradas por otros grupos de izquierda, que arrasaron en Barcelona, donde la activista Ada Colau se pondrá al frente del ayuntamiento, y en Madrid, donde una coalición de socialistas y los “indignados” de Podemos podría quitarle al PP la capital. La pugna por Madrid enfrentó con un resultado muy ajustado a los conservadores, con la veterana Esperanza Aguirre a la cabeza, y al grupo liderado por la ex jueza Manuela Carmena, una recién llegada a la política de 71 años.